La crisis como tal desde su origen etimológico viene del griego krísis decisión y del verbo krino yo decido, separo y juzgo, y con él se designa al momento en que ocurre un cambio muy marcado en una situación.
Particularmente hemos vistos que si estos cambios son súbitos, los mecanismos de defensa que tenemos nos permite generar reacciones que nos permiten salir de las crisis aunque un poco mal trechos, contrario a tener planes de contingencia, que nos permiten prever los acontecimientos y que no permiten sortear la situación con mucha más capacidad de maniobra.
Cuando los cambios no son súbitos, sino que toman algún tiempo o se dan con cierta gradualidad, lo que perdemos es nuestra capacidad de reacción y para cuando los cambios ya se han configurado de una manera evidente, la situación ya es irreversible.
A este insight, se le asigna la metáfora de la rana, si se echa una rana en una olla con agua caliente, este ahí mismo saltara de la olla y huirá con algunas quemaduras, pero si ponemos la rana en la misma olla pero con el agua fría probablemente la cocinaremos.
Hacemos la anterior distinción dado el papel preponderante que tiene la planeación como anticipadora de la situación en el manejo de las crisis. Esta disciplina tantas veces dejada a un lado por nuestros gerentes es esencial para tener probabilidad de éxito en el manejo de la crisis. El gerente que no construye su plan estratégico conjuntamente con su staff más inmediato y con su junta, queda expuesto a las variaciones del entorno, y sin mayor blindaje ante las crisis.
Quiero comentar en este punto el factor de incertidumbre, muchos lo asocian con la crisis, pero esto no es correcto, salvo para aquellos que tienen la necesidad de controlarlo todo, yo prefiero tener estudiados un conjunto o mapa de escenarios con correspondientes variables de control y monitorear permanentemente cuál se está dando, para activar el plan correspondiente.
Ahora bien lo prometido en el encabezado de este blog, y para ello otra metáfora “no ha bien que por mal no venga”, parece ser que el dicho popular es al revés pero me gusta mucho más este, al que asocio con “ver la parte llena del vaso”. Esta actitud es fundamental para entregarse relativamente temprano en la tarea de hacer permanecer y crecer la organización.
A la actitud anterior le sumamos el planteamiento estratégico, incluyendo una visión de la estrategia para vincular los clientes, una profundización en el conocimiento de éstos, su respectiva agenda estratégica y su implantación como lo mencionábamos en el pasado blog, teniendo en cuenta la metodología, los procesos y las personas a través de un programa de entrenamiento, cambio y cultura.
Finalmente le sumamos la Innovación, que apoyando la estrategia será el motor del crecimiento de la organización y la blindará de las crisis.